Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos muertos en Gaza


Un proyecto colectivo transforma el dolor de los niños víctimas del conflicto de Gaza en testimonio artístico. Cientos de voluntarios italianos participan en la creación de una cinta textil de más de 5 kilómetros de largo, con los nombres de las jóvenes víctimas bordados o pintados en ella.

Una iniciativa colectiva de dimensiones extraordinarias pretende transformar el dolor en testimonio concreto. El proyecto textil 5,7 km de gritos en silencio, concebido por Cristina Pedrocco y Elena Gradara, nació con el objetivo de conmemorar a los miles de niños palestinos víctimas del conflicto en Gaza. El nombre de la iniciativa resume la intención: una cinta de 5 kilómetros y 700 metros de largo que recoge las voces silenciosas de los más pequeños, arrebatadas de la vida por la guerra. La obra toma la forma de un monumento colectivo, fruto de una participación amplia y transversal, difícil de cuantificar, que une a artistas, artesanos textiles, asociaciones, colectivos y ciudadanos de a pie en un gesto de memoria compartida.

La dinámica del proyecto consiste en que cada participante dedique 60 días a escribir, bordar o pintar los nombres de los niños en pequeños paneles de tela blanca, cada uno de 25x10 centímetros. Posteriormente, los diseñadores del proyecto coserán estos paneles para formar una única cinta de más de cinco kilómetros de longitud. La obra, además de ser un gesto simbólico, pretende así hacer visibles las vidas rotas de los jóvenes y devolverles su dignidad. Una vez terminada, la instalación se desenrollará en varias plazas italianas y, posteriormente, se confiará a un museo, una fundación o un futuro mausoleo, donde podrá desempeñar una función conmemorativa permanente.

El proyecto se enmarca en un contexto de emergencia humanitaria y graves violaciones de los derechos civiles. Según datos publicados por el Ministerio de Sanidad de Gaza , controlado por Hamás, y difundidos por periódicos internacionales como Al Yazira y The Washington Post, más de 60.000 palestinos han perdido la vida en los últimos dos años, un tercio de los cuales eran menores. Entre ellos, unos 1.000 niños aún no habían cumplido un año. Las principales causas son los bombardeos, los disparos, los enterramientos bajo los escombros y el hambre. El balance actualizado hasta finales de agosto muestra cifras ya dramáticas, mientras que el número de víctimas sigue creciendo por momentos, lo que deja claro que los datos oficiales no pueden transmitir la verdadera magnitud de la tragedia. En respuesta a esta realidad, el proyecto 5,7 km de gritos en silencio pretende ofrecer una forma concreta de solidaridad y recuerdo.

“Cada nombre es una vida que se ha extinguido. Cada nombre que se me ha confiado ya no se borra. En el silencio de los hilos, sus rostros vuelven a la vida: cada puntada bordada es un recuerdo, cada nudo un grito que resiste al tiempo”, relata Francesca Fusari, de Florencia.

“Sigo cosiendo los nombres de los niños de Gaza que fueron asesinados. No quiero que la tela se ensucie, la llevo encima, quiero abrazarlos. Mis 50 hijos, recién nacidos y muertos antes de cumplir un año. Siento que cuido de ellos de alguna manera”, dice Raffaella Zurlo, de Pienza.

“Admito que no pude responder a mi hijo cuando me preguntó qué estaba bordando. Es un proyecto importante y muy fuerte”, confiesa Veronica de A Capo, de Padua.

Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos asesinados en Gaza, Lorenzo Lander y familia.
Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos asesinados en Gaza, Lorenzo Lander y familia.
Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos asesinados en Gaza, Raffaella Zurlo y niños.
Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos asesinados en Gaza, Raffaella Zurlo y sus hijos.
Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos muertos en Gaza, Raffaella Zurlo
Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos asesinados en Gaza, Raffaella Zurlo.

La convocatoria de artistas Textile Artists for Gaza, lanzada el 2 de septiembre de 2025 en Instagram, reunió cientos de adhesiones de toda Italia. Los participantes comenzaron a trabajar en textiles individuales, creando segmentos de paneles que, una vez ensamblados, formarán la obra final. El diseño de los paneles tiene en cuenta un hilo simbólico: los nombres de los niños están ordenados por grupos de edad, para destacar las distintas etapas de vidas rotas e imaginar cómo podrían haberse desarrollado esas vidas en un contexto de justicia y paz.

La obra no es sólo un gesto estético, sino una experiencia colectiva. Quienes participan, bordando o pintando nombres, entran en contacto directo con la memoria de los niños asesinados, transformando el acto manual en un gesto de cuidado. Los testimonios de los voluntarios hablan de la intensidad emocional de la práctica y del sentido de la responsabilidad al dar voz a quienes ya no pueden hablar. La cinta, una vez expuesta, permitirá al público ver esos nombres y reconocer la dignidad de los niños, contrarrestando la indiferencia y el silencio que suelen acompañar a las tragedias humanitarias.

“Todavía hay una razón válida para levantarse por la mañana, y se llama humanidad”, dice Beatrice, de Calico Bottega Sartoriale, Verona.

“Empezamos a leer los nombres y la emoción nos embarga. A cada uno de ellos se le ha negado un futuro”, escribe Rossella Concas , de AnimieLab.

“Esta mañana me he dado cuenta de la importancia de un nombre”, dice Camilla Bruzzi, de Pollicenero. “Un nombre es identidad: nos distingue, dice ’aquí estoy, soy yo’. Un nombre es reconocimiento: cuando alguien te llama, existes. Un nombre es memoria: cuando permanece, mantiene viva la huella de una vida. Un nombre es historia: guarda raíces, orígenes, vínculos. Y un nombre es presencia: incluso después de la muerte, pronunciarlo significa traer a alguien de vuelta al mundo”.

Cristina Pedrocco, artista textil veneciana y activista cultural, tiene formación en Historia del Próximo Oriente Antiguo y en la Academia de Bellas Artes. Tras su experiencia en la industria textil, fundó la marca W.Camicie, que confecciona camisas de artista con tejidos antiguos y bordados inspirados en la iconografía medieval y de principios de la Edad Moderna. Su obra entrelaza la memoria histórica y la urgencia contemporánea, abordando temas de resistencia social, feminismo y filosofía. Sus obras transforman el tejido en una superficie narrativa, dando voz a figuras olvidadas y símbolos a quienes ya no pueden contar sus historias.

Elena Gradara, licenciada en Moda y Ciencias del Traje, está especializada en sostenibilidad textil y difusión de técnicas de teñido natural. Fundadora de la marca de moda sostenible Vagamente Retrò y cofundadora del Colectivo Tintura Madre, colabora con asociaciones comprometidas con la moda ética e imparte cursos y masterclass en academias italianas. Su experiencia aporta al proyecto conocimientos técnicos y atención al impacto concreto de los materiales utilizados, potenciando el trabajo colectivo y la dimensión ética de la participación.

Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos muertos en Gaza
Una cinta de 5,7 km para recordar a los niños palestinos muertos en Gaza


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