La Liga Norte y las 5 Estrellas están a años luz en cuanto a patrimonio cultural. ¿Hay motivos para preocuparse?


La Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas están a punto de llegar a un acuerdo para formar gobierno. ¿Qué será del patrimonio cultural? La distancia entre los dos partidos parece sideral.

Ante el inminente acuerdo entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte para formar el próximo gobierno, parece bastante legítimo preguntarse qué ocurrirá con el patrimonio cultural bajo un ejecutivo liderado por la Liga Norte y los grillianos. Nunca antes en la Unión Europea, y menos aún en Italia, un parlamento con una mayoría considerada "populista" había sido tan fuerte como para llevar a la formación de un gobierno liderado por dos partidos antisistema: Los escenarios que se abren son, por tanto, completamente inéditos, pero los primeros indicios no son ciertamente los mejores, si tenemos en cuenta que nunca se ha hablado de cuestiones relacionadas con el patrimonio cultural durante las últimas semanas (y a este respecto, la Liga y el 5 Estrellas han aparecido totalmente coherentes con el comportamiento mostrado durante la campaña electoral: incluso antes del 4 de marzo, prácticamente nunca se mencionaba el patrimonio cultural). Sin embargo, se trata de un sector estratégico: evidentemente, las dos fuerzas gobernantes no lo consideran como tal. De hecho, los “totoministri” (ministros totales ) que enloquecen en estas horas apenas tienen en cuenta el posible nombre de la persona que se encargará de la cultura(es probable que el papel recaiga en Alberto Bonisoli, señalado por los Pentastellati como su ministro in pectore pocos días antes de la apertura de las urnas).

Sólo queda, por tanto, repasar los programas electorales de los dos partidos que se repartirán los ministerios. Y la distancia entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte en materia de patrimonio cultural parece sideral: en algunos puntos fundamentales, incluso, los dos partidos tienen posiciones opuestas. Sin pretender hacer un repaso exhaustivo de los documentos presentados por los dos partidos, podemos empezar por la primera cuestión fundamental, el papel de las superintendencias. Sin pelos en la lengua, los Grillianos declaran su oposición a la reforma Franceschini, culpable de haber quitado poder a las superintendencias: “la división entre las funciones de protección del patrimonio en manos de las superintendencias y la valorización en manos de los museos, sin previsión de disciplina alguna”, reza el programa, “ha dificultado el desempeño coordinado de las funciones mencionadas”. En consecuencia, para los Pentastellati, es necesario volver a atribuir a las superintendencias el papel del que la reforma Franceschini las despojó: “creemos fundamental volver a atribuir a las superintendencias la totalidad de las funciones de protección del paisaje, junto con la necesidad de hacer su trabajo más eficaz desde el punto de vista burocrático”.



No es de la misma opinión la Liga Norte, que en su programa incluso pone en negrita el punto en el que propone un “análisis y verificación de todas las superintendencias que han cambiado de cara y denominación muchas veces en los últimos años, haciendo el panorama complejo y difícil de entender quién hace qué”. Cabe preguntarse a dónde debe conducir este “análisis y verificación”, ya que el documento programático no es claro: sin embargo, en una nota publicada en la página web del partido, se lee que “en el ámbito cultural, la Liga Norte propone suprimir las superintendencias, que han provocado una incapacidad demostrada para mover y hacer crecer nuestro sistema cultural. Por tanto, es necesario dar a las regiones todo el poder de decisión en el ámbito del patrimonio cultural, transfiriendo las competencias a los territorios en función de las necesidades diversificadas de los sectores culturales. Confiar la cultura a las instituciones locales es la única manera de protegerla del ”inmovilismo crónico, el clientelismo y la prevaricación“. Entonces, ¿cómo van a coexistir, uno que quiere confiar más competencias a las superintendencias, y otro que en cambio quiere abolirlas estableciendo un ”federalismo museístico y arqueológico" que de momento parece un objeto totalmente desconocido y sobre el que quizá ni los propios legistas tengan las ideas claras?

Luigi Di Maio e Matteo Salvini
Luigi Di Maio y Matteo Salvini

Otro punto fundamental sobre el que Leghisti y Grillini tienen visiones diametralmente opuestas es la exportación de bienes culturales, un ámbito que fue reformado tan recientemente como el pasado mes de agosto: el Movimiento 5 Estrellas dedica incluso una página de su programa a la “Revisión del reglamento Franceschini en materia de Exportación de Bienes de Interés Cultural en el extranjero”, especificando que considera necesaria “la inmediata revisión de esa parte de la Ley sobre el Mercado y la Competencia y el restablecimiento de la función fundamental de control por parte de los organismos competentes”. Los legistas piensan de otra manera, considerando el “mercado de la arqueología” (sic) “asfíctico por razones ideológicas y de excesivo control público”.

Otra cuestión que ha sido objeto de largos y acalorados debates entre iniciados es la presencia del tercer sector en la gestión del patrimonio cultural. El Movimiento 5 Estrellas considera negativo “el recurso progresivo al voluntariado incluso para actividades que requieren una formación profesional específica” y por ello pretende “seguir una vía para un adecuado reconocimiento y puesta en valor de las figuras profesionales que trabajan en el sector del patrimonio cultural, estableciendo unos requisitos mínimos que garanticen un buen nivel de preparación de los gestores llamados a gestionar el patrimonio cultural”. Además, con motivo del proyecto de ley sobre la regulación del voluntariado en el patrimonio cultural, que se celebró en la Cámara de Diputados en enero, la eurodiputada pentastellata Isabella Adinolfi mostró interés por el tema. Los legistas, por su parte, tienen un punto programático que identifica “al tercer y cuarto sector (agencia nacional de microcréditos) como socios en proyectos culturales integrados”.

Los pocos puntos de tangencia se encuentran en el deseo de reformar el Fondo Único para las Artes Escénicas, la intención de mejorar la comunicación del patrimonio cultural italiano y la idea de invertir en digitalización. Por no mencionar el hecho de que Lega y 5 Estrellas tienen en común una absoluta falta de claridad y de pragmatismo real: los programas de ambos son muy vagos en casi todos los puntos. Por lo demás, incluso la misma visión de la cultura parece diferente: el Movimiento 5 Estrellas ha presentado, en el ámbito específico del patrimonio cultural, un programa sustancialmente de izquierdas, destinado a liberar la cultura de la lógica del beneficio y la mercantilización a la que se ha visto sometida en los últimos años. La Liga Norte cree (anacrónicamente, en mi opinión) que el patrimonio cultural es un rasgo fundamental de la identidad nacional italiana, y que el patrimonio es también una herramienta para ayudar al turismo y a las economías (y especialmente como herramienta para ayudar al crecimiento del turismo parece tratarse en el programa). Tanto más cuanto que, entre los puntos programáticos de los legistas, figura la constitución de un grupo de “marketing y desarrollo” que seguiría una “lógica de marketing empresarial” en la promoción del patrimonio, y la “dotación a los grandes y autónomos museos italianos de un gestor que flanquee al director”.

También es cierto que es precisamente un gest or el que ha sido nombrado por los grillini ministro de Patrimonio Cultural, por lo que habrá que pensar seriamente en la coherencia con la que el Movimiento 5 Estrellas podrá llevar adelante con la acción de gobierno las reivindicaciones presentadas en el programa. Y también es cierto que, como nos enseña la experiencia, los programas suelen incumplirse totalmente cuando se pasa de las palabras de la campaña electoral a los hechos de la acción de gobierno. Pero también es razonable imaginar que los años luz que separan a la Liga y al 5 Estrellas en materia de patrimonio cultural podrían conducir a una situación de inmovilismo que corre el riesgo de ser perjudicial para el destino de un sector que necesita reformas radicales, especialmente en el ámbito laboral. Y es precisamente sobre el trabajo cultural, como sobre otras cuestiones que son prioridades absolutas (investigación, apoyo al arte contemporáneo, relaciones entre los museos y el territorio, planes paisajísticos, actividades de promoción y comunicación propiamente dichas), que ninguno de los dos partidos ha presentado hasta ahora propuestas que puedan considerarse verdaderamente concretas.


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