El coleccionismo de arte siempre ha sido el motor silencioso y fundamental de gran parte del sistema artístico. Es a través de las elecciones de los coleccionistas que el mercado toma forma, que los artistas reciben un apoyo vital y que las instituciones se inspiran, contribuyendo de forma a menudo desapercibida a la construcción de la memoria visual colectiva. Ante un papel tan fundamental, resulta crucial comprender qué ocurre cuando el testigo cambia de manos, es decir, cuando nuevas generaciones entran en el sector trayendo consigo lenguajes, prioridades y visiones del mundo radicalmente diferentes.
Para cartografiar esta evolución, ArtVerona y el blog Collezione da Tiffany colaboraron en una investigación específica sobre el relevo generacional en el coleccionismo italiano de arte contemporáneo. El objetivo principal era descifrar cómo cambian las perspectivas, los valores fundamentales y los hábitos de compra en la transición entre los coleccionistas históricos y los nuevos protagonistas de la escena. Los resultados perfilan un sector que, aunque se mantiene firme en sus raíces, está experimentando una profunda transformación.
El análisis muestra que el panorama actual sigue firmemente anclado en las generaciones más maduras: los Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964) y la Generación X (nacidos entre 1964 y 1979), sumados, constituyen más del 85% de los entrevistados. A pesar de su posición aún minoritaria, la Generación Y (nacidos entre 1980 y 1996, también conocidos como “Millennials”) y los miembros de la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) muestran un creciente interés por el mundo del coleccionismo. Estas nuevas cohortes introducen un enfoque más dinámico, menos rígido e inherentemente global, con una sensibilidad notablemente acentuada por los temas socialmente relevantes.
Un dato significativo subraya la identidad profundamente personal del coleccionismo en Italia: el 86% de los participantes creó su colección de forma independiente. Esta cifra confirma que el acto de coleccionar no obedece principalmente a una fría lógica de inversión, sino que surge de un fuerte impulso individual, a menudo originado por el placer del descubrimiento y una profunda implicación emocional. Según uno de los participantes en la encuesta, el inicio del coleccionismo suele ser un “amor divertido e inesperado” que, con el paso del tiempo, se solidifica en pasión y, finalmente, en una verdadera colección.
En el contexto del traspaso generacional, la pregunta más sentida se refiere al futuro de las colecciones de arte. La encuesta muestra una marcada tendencia a la transmisión dentro de la unidad familiar, ya que más del 60% de los coleccionistas declaran que les gustaría transmitir su patrimonio artístico a sus hijos o parientes. Aproximadamente un tercio de los encuestados, a pesar de haber alcanzado cierta madurez coleccionista, aún no ha definido una estrategia clara para la futura gestión de su legado.
La perspectiva de una donación a museos o instituciones públicas es minoritaria y representa menos del 10% de la muestra. Esta estadística no es meramente logística, sino que refleja una realidad cultural más profunda propia del contexto italiano: la transmisión de obras es una cuestión que rara vez se aborda de forma estructurada y planificada. La colección se considera predominantemente una extensión directa e íntima de la identidad personal de su creador, más que un legado cultural destinado a ser compartido con la comunidad.
En cuanto a las preferencias artísticas, los coleccionistas italianos siguen siendo tradicionales en la elección de sus lenguas preferidas. La pintura y la escultura mantienen un dominio casi absoluto, elegidas por nada menos que el 96% de los participantes. Les siguen, con una diferencia significativa, la fotografía (indicada por el 53% de los encuestados), las instalaciones y la performance (24%). Los lenguajes más recientes, como el vídeo y los nuevos medios, se sitúan en un 11%.
El arte digital y los NFT (Non-Fungible Tokens), aunque han suscitado un amplio debate internacional, aún no han conquistado un lugar central en el panorama del coleccionismo italiano, atrayendo el interés de sólo el 3% de los encuestados.
Curiosamente, la percepción del futuro del gusto diverge mucho de los hábitos de compra actuales. Más de la mitad de los coleccionistas (51%) están convencidos de que los nuevos resortes del coleccionismo se orientarán más hacia el vídeo, los nuevos medios y el arte digital. Sólo una cuarta parte (25%) cree que la pintura y la escultura mantendrán su protagonismo indiscutible.
Sin embargo, los datos concretos recogidos directamente entre los Millennials y la Generación Z parecen refutar esta idea preconcebida. Incluso los coleccionistas más jóvenes siguen señalando la pintura, la escultura y la fotografía como los principales lenguajes que les atraen. Estos, sin embargo, están flanqueados por un creciente y más pronunciado interés por el vídeo y los nuevos medios. Esta preferencia no constituye una sustitución de la tradición artística, sino más bien su innovación e integración, proyectándola hacia un horizonte interpretativo más contemporáneo y decididamente más integrador.
La comparación entre las distintas generaciones de coleccionistas ofrece una visión sorprendente de cómo el coleccionismo está evolucionando de una práctica homogénea a un espejo fiel de las transformaciones culturales que tienen lugar en la sociedad. Para el grupo de coleccionistas más maduros (Baby Boomers y Generación X), los pilares fundamentales que guían sus elecciones siguen siendo la innovación y la investigación artística (valoradas como cruciales por el 64% de ellos), seguidas de cerca por el reconocimiento cultural de la obra (52%) y, por último, el aspecto de inversión económica (38%).
Las generaciones más jóvenes (Millennials y Gen Z), por su parte, han redefinido su escala de prioridades, situando en el centro valores que reflejan una nueva conciencia ética y medioambiental. Se decantan claramente por la sostenibilidad y el impacto social de la obra o el artista (42%), seguidos de la inversión consciente (44%) y, ligeramente por detrás, la innovación (41%).
Este significativo cambio de perspectiva señala el comienzo de un verdadero cambio de época en el mundo del arte. Para las nuevas generaciones, el coleccionismo no se limita a la mera compra de un objeto artístico. Se convierte más bien en un acto consciente de “toma de posición”, una forma de apoyar activamente determinadas visiones del mundo y de identificarse con un sistema de valores éticos y culturales compartidos.
En cuanto a las proyecciones de futuro, los coleccionistas muestran perspectivas diversificadas, pero todas orientadas hacia una transformación dinámica del sector. Más de cuatro de cada diez coleccionistas (42%) prevén un futuro caracterizado por una mayor digitalización y globalización. Otra proporción considerable (31%) imagina un sistema del arte cada vez más orientado hacia la lógica de la inversión y la especulación financiera. Por último, el 23% cree que la atención se centrará principalmente en el valor cultural y social que el arte es capaz de generar.
A pesar de estas diferencias en las previsiones, la encuesta revela una conciencia ampliamente compartida: la actividad del coleccionismo seguirá definiéndose por un delicado equilibrio entre el disfrute personal de la obra, la responsabilidad cultural que se deriva de ella y la atención a la dinámica del mercado.
La encuesta, realizada conjuntamente por Collezione da Tiffany y ArtVerona, no pretende simplemente tomar una instantánea del cambio en curso, sino que tiene el objetivo más ambicioso de estimular un diálogo constructivo entre las distintas generaciones de actores. Comprender la dirección en la que está evolucionando el coleccionismo es esencial, ya que significa comprender, por extensión, la dirección que está tomando todo el ecosistema del arte.
En este complejo escenario, el verdadero reto, como señaló uno de los participantes, no recae únicamente sobre los hombros del coleccionista. La mayor responsabilidad recae en el artista, que tendrá que encontrar la manera de salvaguardar y mantener su autenticidad creativa dentro de un sistema que promete ser cada vez más competitivo, interconectado y global.
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