Llega el verano, e inmediatamente llegan los maleducados a Roma. La escena se ha hecho viral en las redes sociales: una pareja de turistas que, los noveles Anita Ekberg y Marcello Mastroianni, se zambulló en la Fontana di Trevi el pasado 11 de mayo, sobre las dos de la madrugada, para darse un baño nocturno. El problema es que los dos no estaban en la soledad de la película La dolce vita, sino que se zambulleron delante de decenas de turistas que les grabaron con sus smartphones y subieron el vídeo a las redes sociales.
El vídeo, que se difundió rápidamente en plataformas como TikTok e Instagram, muestra a los dos visitantes extranjeros, dos turistas de unos 50 años, elegantemente vestidos (ella con un vestido rojo, él con un traje negro) que, haciendo caso omiso de las prohibiciones y normativas que protegen los monumentos históricos, decidieron convertir uno de los símbolos más reconocibles de Roma en un escenario para su improvisado baile. La policía también acudió al lugar y, como se puede ver en los vídeos de las redes sociales, “aò” en vano pidió a la pareja que se marchara: los novios terminaron su romántico baile y luego pagaron la multa. Al fin y al cabo, el amor bien vale una multa.
Este episodio no representa un caso aislado, sino que forma parte de una tendencia que ve cómo monumentos históricos y lugares culturales se transforman en meras atracciones turísticas que se “consumen” sin respeto. Con la llegada del buen tiempo, Roma se enfrenta a la habitual invasión de visitantes, algunos de los cuales parecen olvidar por completo que se encuentran en lugares de interés histórico y artístico milenarios con normas que hay que respetar.
Por supuesto, la Fontana di Trevi no es el único monumento que sufre este tipo de comportamiento. La Escalinata Española, el Coliseo, la Piazza Navona y otros lugares simbólicos de la capital son cada vez más escenario de episodios similares: turistas que se bañan en las fuentes, se suben a los monumentos para hacerse selfies “perfectos”, consumen comida y bebida en lugares prohibidos o dejan basura donde no deben.
Las autoridades romanas han intensificado los controles y las sanciones a quienes infringen las normas de comportamiento en los lugares históricos, pero a menudo esto no parece ser suficiente elemento disuasorio. El problema no sólo se refiere a los daños a la estética y el decoro, sino también a la posible puesta en peligro de obras de arte y monumentos que han perdurado durante siglos y representan no sólo el patrimonio italiano, sino el de toda la humanidad.
El vídeo de la pareja bailando en la Fontana di Trevi es sólo el último de una larga serie de episodios que plantean interrogantes sobre el futuro del turismo en las ciudades de arte. Mientras las redes sociales siguen difundiendo este tipo de comportamientos, haciendo famosos por un momento a los autores de estos gestos, queda por saber qué precio se pagará en términos de conservación y respeto del patrimonio cultural italiano.
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Como Anita Ekberg y Mastroianni: recién casados maleducados se zambullen en la Fontana de Trevi. Multados por la policía |
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