Fue en la primavera de 1992 cuando el fotógrafo Tony Gentile, entonces un joven reportero del diario Giornale di Sicilia, inmortalizó un momento aparentemente menor, destinado, sin embargo, a grabarse en el imaginario colectivo italiano. En esa instantánea, Giovanni Falcone (Palermo, 1939 - 1992) susurra algo al oído de Paolo Borsellino (Palermo, 1940 - 1992), mientras ambos sonríen. La fotografía, que se convirtió en un icono tras las masacres de Capaci y Via D’Amelio, contiene hoy más que nunca el peso de la memoria y la responsabilidad.
Hoy, 18 de junio de 2025, ha comenzado el Examen de Estado para miles de estudiantes italianos, y entre las huellas propuestas para el análisis del texto se encuentra I giovani, la mia speranza (Los jóvenes, mi esperanza), escrito por Paolo Borsellino y publicado en 1992 en Epoca, pocas semanas antes de su asesinato. Un texto que, leído hoy, adquiere un significado que va más allá de su contexto original y se convierte en un llamamiento actual a la participación activa de las nuevas generaciones en la lucha contra el crimen organizado. El hecho de que haya sido elegido como tema de examen es, en sí mismo, un signo impactante: una invitación a la confrontación y a la reflexión. El breve texto publicado por Epoca tiene un tono sobrio, directo, desarmante. Borsellino expresa en él su confianza en las nuevas generaciones, en su capacidad para romper la cultura de la omertà y rebelarse contra la violencia mafiosa no con heroísmo, sino con responsabilidad cotidiana.
“Los jóvenes y la población estudiantil son la parte más cercana a la justicia y a la lucha contra la mafia: y este es un punto de no retorno...”, escribía en el texto, haciendo hincapié en lo importante que era educarles en el sentido cívico desde una edad temprana.
¿Qué sabemos, sin embargo, de la foto de Gentile que se ha hecho tan famosa? La foto fue tomada el 27 de marzo de 1992. En aquella ocasión, Falcone y Borsellino participaban en una conferencia sobre el tema Mafia y Política. Gentile, que llegó al lugar con una cámara analógica y una película de 36 exposiciones, logró captar el instante en que Falcone se acercó a Borsellino y le susurró algo que les hizo sonreír con naturalidad. El fotógrafo hizo instintivamente tres fotos y una de ellas es la que hoy todo el mundo conoce. Sólo después de las dos masacres, la del 23 de mayo en Capaci, donde Giovanni Falcone perdió la vida junto a su esposa Francesca Morvillo y tres agentes de la escolta, y la del 19 de julio en Via D’Amelio, donde fueron asesinados Paolo Borsellino y sus cinco agentes, ese disparo adquirió un nuevo valor. Se convirtió en el símbolo de una amistad y un compromiso compartidos, pero también del aislamiento de quienes, como ellos, llevaban a cabo una batalla civil sin la protección adecuada y, a menudo, sin un apoyo político convencido.
Muchos han cuestionado el contenido de esa sonrisa. Algunos han propuesto interpretaciones románticas, otros más irónicas, pero la fuerza de esa foto reside ahí mismo: en el silencio, en el enigma de un gesto que cualquiera puede interpretar, pero que conlleva la tensión y la complicidad de una relación profesional y humana profundamente arraigada. Para Gentile, la toma siempre tuvo la intención de ser un testimonio periodístico. Fue el tiempo el que le dio el estatuto de imagen-símbolo, utilizada en marchas, contextos escolares y campañas de sensibilización. A lo largo de los años, esa toma también ha inspirado numerosos murales en diversas ciudades italianas.
El más conocido es el pintado en el instituto náutico ’Gioeni-Trabia’ de la Cala de Palermo: creado en julio de 2017 por los artistas callejeros Rosk y Loste, el mural reproduce fielmente los rostros sonrientes de Falcone y Borsellino. La obra pretendía ser un signo de regeneración urbana y recuerdo activo, inaugurada en presencia de instituciones como el alcalde Leoluca Orlando y Rosy Bindi. En Vietri di Potenza, Attorrep realizó un mural sobre el mismo tema para el festival I muri della legalità, y otro en Scampia, en el marco del festival Antimafia Itinerante. Por último, en Villabate, Igor Scalisi Palminteri pintó Falcone y Borsellino con las palabras Questa terra sarà bellissima (Esta tierra será hermosa ) y un cordero, símbolo del sacrificio.
A pesar de todo, la imagen no ha sido inmune al vandalismo. En 2018, el mural de Cala fue embadurnado con las palabras “gay” durante el Orgullo. En Agrigento, otra pintura inspirada en la foto fue vandalizada con humo y piercings dibujados en las caras de los magistrados, acompañados de frases burlonas que los convertían en gángsters. Más de treinta años después de aquella primavera, la fotografía que representa a Falcone y Borsellino conserva su fuerza, precisamente porque muestra la relación, un momento de entendimiento. En un país donde la memoria corre a menudo el riesgo de cristalizarse en ceremonia, la foto sigue sugiriendo que la justicia es un hecho humano, imperfecto, hecho de pensamientos, vacilaciones, miradas.
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La foto de Falcone y Borsellino: una imagen que hizo historia |
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